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24 de enero de 2011

¡José Luis! ¡Entra!

Barcelona-Castelldefels. 18:36... Who knows

"Algunos cabrones se empeñan en patinar sobre hielo cuesta arriba"
Blade

Los usuarios habituales de RENFE las hemos visto de todos colores y hoy hemos tenido uno de esos días bonitos. Ya de buena mañana (aka 7.00) a los trenes se les ha ido la olla y llevaban un retraso de 15-30 min de media. Que dices... psee, a mí personalmente me afecta poquito porque con bajar en metro a trabajar en lugar de caminando ya tengo ese margen de juego, pero ver a la gente correteando como conejos de tren en tren no deja de ser una experiencia digna de Rodríguez de la Fuente.

Tras consultar la vanguardia en mi AAAAAIPOD he constatado que una supuesta avería en Montcada i Reixac tenía a la R1, la R3 y la R4 haciendo chiribitas. El nimio detalle de que la mía sea la R2 podría parecer irrelevante, pero lo he pasado por alto para acogerme a la certeza global de que "hoy los trenes van mal". Al fin y al cabo, este es el espíritu de este blog de crónicas: la filosofía del día a día :P Ahora el servicio de información del Imperio apunta que ha sido una huelga encubierta de RENFE.

En serio, si hacen huelga cada dos semanas con todo el morro, ¿cal que la encubran?

En esas que en mi bendita inocencia lo he olvidado todo sobre los trenes hasta que he tenido que cogerlo a la vuelta. La estación estaba a petar (primera pista) y la gente estaba en plan tocar las narices (segunda pista). Mis saludos a la señora que en la aglomeración del torniquete me ha mirado toda self-righteous diciendo "la cola está ahí detrás". Por ahí detrás entiéndase justo detrás de ella, cuando ella y yo estábamos en paralelo. A juzgar por su resoplido no le ha sentado bien mi media sonrisa inexpresiva y el gesto sardónico de la mano en plan "detrás de usted". Y lo mejor ha sido comentar la jugada inmediatamente después con mi amiga americana en inglés, lo bastante alto como para que sin entender una palabra pudiera asumir que hablaba de ella.

Qué pasa, las de la ira reprimida tenemos ciertas diversiones.

Una colocación medianamente precisa me ha permitido entrar en el tren sin demasiada dificultad, tras esquivar a los incautos que, pese a coger el tren cada día (y pondría la mano en el fuego por ello) no saben que EL TREN NO LLEGA MÁS ALLÁ DEL PLAFÓN AMARILLO EN LA VÍA 1 y se ven obligados a correr en estado ovejuno hacia la última puerta. Me he apostado en el descansillo del piso superior del tren, adueñándome del respaldo de la pimera filita de asientos (sí, donde está la papelera) para crearme mi burbuja mientras a mis pies la gente se iba asardinando. Entendedme, no es peor que un concierto, salvo que en un concierto no eres tan imbécil como para creer que podrás llevar el abrigo, el bolso y una bolsa extra en la mano. Pero vamos, que aparte de morirme de calor (realmente, la camiseta térmica y yo no acabamos de encontrarnos) y tener los pies torcidos para proteger mis pertenencias en el suelo como una mamá osa (grrrrrr), yo hasta he leído. John Conolly, me encanta. A ver si algún día escribo algo sobre él...

Mientras los osos establecíamos alianzas en forma de sonrisas espontáneas y encogimientos de hombros cómplices, amén de disposición cordial a apretujarnos más para que alguien pasara o a estirar el brazo para evitar que alguien muriera arrastrado en la corriente (los conceptos de espacio personal se difuminan ante la adversidad), los osos más pissy comentaban en tono de indignación que "no hi ha dret, si això passés a França o Itàlia la muntarien grossa i aquí ens donen pel saco i no diem res". Curiosamente, los indignados eran los osos sentados, así que lo único que se me ocurría pensar era que si en este país se prohíbe fumar y lo primero que hace la gente es desarrollar una nueva modalidad de "sinpa", tampoco es cuestión de hacerse mala sangre por pringarla de vez en cuando. Pero oye, que quejarse es libre.

Paralelamente, en la olla (o sea, el distribuidor de la entrada en donde no cabía ni una aguja), los osos se organizaban socialmente y se establecían reglas del juego. Se confirma que "mujeres y niños primero" muta estado de excepción a "el que baje en la próxima tiene derecho a ser venerado, transportado en volandas y al libre uso de machete para abrirse paso."

En cambio, el que quiera subir que se joda si no cabe.

Establecidas las rutinas, empieza la fiesta entre parada y parada. Abajo se estaba montando una fiesta porque habían subido unos señores cincuentones cachondos que se lo estaban tomando con mucha filosofía y saludaban a los que ocupábamos "el gallinero", animaban a la gente a subir con un "suba suba, que arriba está vacío" (la gente se lo creía... en serio) y se lamentaban de que "el revisor no hubiera podido subir". Desde arriba, mi grupúsculo (une mucho el tren cuando se retrasa) nos partíamos la caja con ellos e incluso una chica sentada se giraba todo el rato para ver qué decían.

Debíamos de ser más divertidos que los pissy osos contestatarios.

En un momento dado, la señora a mi lado, con la que había comentado cordialmente la gran idea de ir super abrigadas y demás inclemencias del tiempo, ha exclamado de repente "¿Oh... este tren no va a Sant Vicençs...?" y he tenido que contestarle entre risas "No, señora. Se queda en Vilanova... Pero piense que de aquí a Vilanova seguro que puede bajar para cambiar". Ella ha suspirado un resignado... "si es que encima ni siquiera voy en el tren que toca".

El Prat ha sido una prueba de fuego, ya que intentaba subir más gente de la que ha podido bajar y como se empeñaban en entrar por sus santísimos @·$%&"! y olé, no dejaban que se cerraran las puertas. Aún así nos hemos acomodado. En Viladecans, más de lo mismo. Pero ya Gavà... ha sido un no way. Abandonado mi reducto en previsión de acercarme a la puerta para Castelldefels, he contemplado desde arriba la tragedia griega que se desarrollaba ante la puerta... La protagonista, la sesentona de chaqueta fashion agarrada del bolso que se abre paso a codazos porque ella lo vale. Su partenaire, José Luís, el esposo con sentido común que veía que NO CABÍAN. A su alrededor el coro cantaba "Que no cabemos" con melódicas variantes "Que no cabemos coño".

Y la yaya con voz estridente, a su amor llamaba. "¡José Luís! Entra José Luís! ¿José Luís has entrado? JOSÉ LUÍS, JOSÉ LUIIIIIIS"

Y José Luís callado como un muerto. El pobre hombre debía de querer que se lo tragara la tierra, casi como si fuera controlador. Y a su alrededor el coro seguía "Que no ve que no cabemos" "¡Que no aguanten las puertas, que el próximo tren viene en cinco minutos!"

"¡José Luuuuuuuuuis, ENTRA! ¿Has entrado?" - subtexto: no les hagas caso, que son malos y mentirosos y quieren romper nuestro amoooooor. Jóvenes, hippies y maleducados, ay mi José Luís. José Luís, qué poca sangre tienes, ¡que si tienes que morder muerde!

Y entre tanto, una chica bajita en la barahúnda murmuraba "Yaya, calla. Yaya calla"

Desde las escaleras, yo socializaba con un argentino y con un morito entre los que estaba emparedada (dónde están los ingleses rubios en estas situaciones???). Eran las nuevas alianzas establecidas entre los que bajábamos en Castelldefels y estábamos bien alineados y protegidos del drama, porque en Gavà se baja/sube por el lado opuesto.

Al final José Luís entró, pero no pudo acercarse a su amada, que tan denostadamente había luchado por colgarse la medallita de tocapelotas honorífica. Porque claro, la señora se había quedado en las escaleras hacia el piso inferior y ahora había gente que intentaba subir para llegar a la puerta y obstruía el paso.

Ver regla primordial sobre la gente que baja en la siguiente parada comentada arriba.

En algún momento le preguntaron a la señora si bajaba y ella, muy ofendida replicó que "en la próxima, que ella no pasaba un minuto más en aquella preciosidad. Que si luego decían que cogieran el tren. Que si la crisis, que si no hay derecho..." Mientras el argentino canturreaba "José Luís... José Luís para sí" yo calculaba la trayectoria que tenía que seguir la señora si de verdad creía que iba a bajar en Castelldefels... y prefería no planteármelo.

Por mi parte, bajé en mi parada sin demasiada dificultad, entre osos ordenados y una osa joven que casi se me descalabra delante, pero que sostuvimos entre dos y nos sonrió adorablemente. Y ya no me quedé a ver si José Luís salía o no salía. A lo mejor casi que prefería quedarse en el tren.

Y mira, yo he llegado sudando (quién dijo frío?) pero de muy buen humor a casa.

L xx

4 comentarios:

  1. Y luego te preguntas por qué "los de ciudad" nos alteramos tanto cuando hemos de ir en tren...;p

    Por cierto, tu relato me recuerda al costumbrismo más auténtico y me has obligado a cogerle verdadera simpatía al tal José Luís. Y el argentino es un puntazo XD José Luís... uhhh... José Luís... hmmm yeah... :p

    ¡Besos!

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  2. ¡Ostras, casi me olvido!

    Esa quote de Blade es impagable ^^

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  3. :D Thanks babe. Costumbrismo es mi decimotercer nombre ;)

    Ahora aquí estoy intentando pelear a mis personajes y no me sale. Habré nacido para la comedia bufa?

    Somebody hand me that blade to slice my wrists?

    Love u!

    L xx

    PD. No mentar ese gran género que es el House... ups

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  4. Exacto, lo has comprendido bien. Si no es en términos de excelsitud es mejor no molestarse en hablar de House (tomo prestada tu pertinente mayúscula para mentar tan magno género).

    XD

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